Analizar el genoma del virus que produce Covid-19, es la forma de saber si éste ha mutado o no y es la razón que explica la importancia de la vigilancia genómica que realizan los países. En Chile, autoridades de salud y universidades ya están comenzando un trabajo coordinado para conocer qué variantes están circulando en el país.
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Ya van cinco días en los que Chile supera los 7 mil casos de nuevos contagios y mantiene más de 42 mil casos activos.
El poco apego a las medidas sanitarias, la circulación de nuevas variantes más contagiosas que ingresaron al país, son parte de la explicación. Sin embargo, la posibilidad de que surja una variante chilena también cobra fuerza, sobre todo cuando se siguen acumulando más y más casos.
Según el último informe de circulación de variantes publicado este lunes por el Ministerio de Salud, al 26 de marzo en Chile se han identificado 64 casos de la variante británica B.1.1.7. De ellos 37 corresponden a viajeros, 18 a casos comunitarios y 9 a casos secundarios. El 55% de estos casos han sido sintomáticos y el 9% requirió hospitalización.
De la variante brasileña, conocida como P.1, se han encontrado 45: 34 corresponden a viajeros, 8 casos comunitarios y 3 a casos secundarios. De ellos, el 71% presentó síntomas y 4 casos requirieron hospitalización.
A juicio de la infectóloga del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, Jeannette Dabanch, la variante británica está circulando en el país, probablemente desde fines de noviembre, aunque se detectó por primera vez en diciembre del año pasado. Lo mismo ocurre con la variante brasileña.
Variante chilena
“Con la habilidad que tiene este virus para poder mutar, su capacidad de contagio y la cantidad de casos demostrados en Chile al día de hoy, tiene la capacidad de multiplicarse y en la medida en que tengamos un alto número de personas infectadas que le permitan al virus replicarse, le damos la oportunidades para que genere nuevas variantes”, indica Dabanch. En esa lógica, la posibilidad que surja una variante chilena es alta.
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“Mientras más dejas circular el virus, más chances le das de que cometa errores y mute. Como ocurrió en Manaos (Brasil) y las otras variantes que se generaron en el Reino Unido o Sudáfrica”, señala Ricardo Soto-Rifo, virólogo del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
Sobre la posibilidad de una variante propia circulando en el país, el investigador señala que no se puede asegurar que ya no exista una variante chilena, sobre todo considerando que estamos atrasados con la cantidad de secuenciaciones que se realizan. Por lo mismo, dice, es sumamente relevante realizar vigilancia genómica.
Christian García, académico y médico doctorado en Salud Pública de la Universidad de Santiago, explica que es muy difícil saber si ya surgió una variante chilena y esté circulando en el país, porque “no hay una vigilancia sistemática”. En todo caso, cree que las actuales cifras no se deben a que, pero a mi parecer el alza no es necesariamente porque haya alguna cepa especial “sino que es la evolución natural de la curva con los contagios por mayor contacto y relajamiento de medidas, igual que en Europa a la vuelta del verano”.
Estrategia nacional
Para poder saber qué variante está circulando en el país y por cuáles hay que preocuparse, el Ministerio de Ciencia, el Ministerio de Salud, el Instituto de Salud Pública (ISP) y algunas universidades, vienen trabajando en un Programa de Vigilancia Genómica. La idea es poder secuenciar más muestras de las que ahora secuencia el ISP y poder disponibilizar todos esos datos en el sistema que ya maneja el Ministerio de Ciencia.
A la fecha, ya llevan al menos tres sesiones de trabajo para coordinar todo este trabajo y se hizo un catastro único de capacidades nacionales (Consorcio de Universidades y la Sociedad Chilena de Genética) y un documento que establece estándares para la toma y procesamiento de muestras (liderado por la UC y la Universidad de Magallanes).
Además, este grupo ha sostenido varias reuniones con expertos investigadores de Estados Unidos y del Reino Unido, que son dos de los países que más secuenciación realizan, y en el caso específico de este último país, hubo una vinculación importante entre la capacidad de análisis públicos y de las universidades.
El ministro de Ciencia, Andrés Couve, explica que durante los últimos meses han trabajado en la articulación entre el sector público (Ministerio Ciencia y Ministerio de Salud) y la academia para complementar la capacidad de secuenciación génica que tiene el ISP, que ya realiza y publica periódicamente la detección de variantes del Sars-CoV-2 circulando en nuestro país.
“El objetivo es aumentar nuestra capacidad de secuenciación que hoy es de un 0,12% y acercarnos a países como Estados Unidos que está a un nivel de un 0,49%. Primero, hemos avanzado en coordinar las capacidades del ISP y la comunidad académica. Hay que considerar que una colaboración en secuenciación génica requiere coordinar diferentes aspectos de una tecnología compleja con procedimientos que requieren altos estándares. Por eso hemos establecido un grupo de trabajo público-académico. Este grupo no solo coordinará secuenciación y consideraciones técnicas, sino que también podrá aportar en el análisis de las distintas variantes y su relación con el comportamiento del virus”, detalla el ministro.
Según explicó el asesor estratégico de Covid en el Minsal, Rafael Araos, durante una presentación al Senado y la Comisión de Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación, el ISP realiza “un esfuerzo gigante para llegar a los 400 genomas mensuales, está bien pero necesitamos llegar a más que eso”.
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El Reino Unido, del total de muestras de PCR que toma, logra secuenciar entre el 5 y el 7%, pero para Chile es necesario una vigilancia genómica más realista y en los grupos que son de interés. “Lo que estamos tratando de hacer es a través de convenios con las universidades complementar la vigilancia que hoy realiza el ISP. No queremos secuenciar por secuenciar, el objetivo es identificar precozmente el ingreso de nuevas variantes, variantes que se puedan convertir en linajes de virus que se comporten distinto”, explicó en esa durante su presentación el pasado 18 de marzo.
“En cuanto a referentes, estamos estudiando el modelo de Reino Unido que se desprende por lejos de la norma de otros países con un 6% de capacidad de secuenciación. A la fecha, ya hemos tenido dos reuniones con la directora ejecutiva del grupo Covid-19 Genomics UK (COG UK), Sharon Peacock, gracias a las gestiones del embajador David Gallagher, y las instituciones que han avanzado en secuenciar”, agrega Couve. La tarea no es sencilla y es además costosa. Las 400 secuenciaciones que realiza el ISP cuestan alrededor de 500 millones de pesos.
Fuente/ www.latercera.com
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