Hay un aumento sostenido de casos clínicos por rinitis y otras patologías ligadas a la reacción alérgica frente al polen. Los síntomas pueden ser similares a los del covid. Aquí consejos para diferenciarlos y sobrevivir a los malestares.
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No terminábamos de superar los efectos de las Fiestas Patrias cuando, a eso de las 16 horas del miércoles 22 de septiembre, se produjo el equinoccio de primavera en el hemisferio sur. Algunas y algunos lo habrán notado, quizá porque a la resaca se les sumó una molesta picazón de garganta, paladar, ojos y un incómodo romadizo.
Mientras abundaban posteos en redes sociales de árboles y plantas, celebrando el bello espectáculo de su floración, otras personas corrían a encerrarse en sus casas y no precisamente por el covid-19, sino por la mal llamada “alergia de primavera”. Mal, porque no existe tal cosa: lo que se da es un aumento y agudización de los cuadros respiratorios a causa de la polinización que se produce en esta etapa del año. Un proceso natural que, dicen los especialistas de la salud, está teniendo una particular intensidad.
“Hay un peak de concentración de polen que está circulando por todo Chile, sobre todo en Santiago, donde tenemos alto nivel de contaminación”, dice Intty Leiva, inmunóloga infantil de la Clínica Alemana. Esto ha aumentado significativamente la cantidad pacientes, y las clínicas y hospitales están recibiendo un alto número de consultas por rinitis alérgica, algo que se espera se mantenga hasta bien entrado el 2022. “Se proyecta que esta primavera será muy intensa en ese aspecto”, apunta Leiva.
El tema es que esta alergia estacional, como también le llaman los especialistas, se adelantó, lo que se vio en que muchas personas comenzaron a tener dificultades para respirar y otras molestias asociadas en agosto y no en septiembre, como suele ocurrir. Esto, probablemente, debido “a la falta de lluvia, la sequía, la contaminación y el cambio climático, que hacen que el nivel de pólenes esté mucho más concentrado”, explica Leiva.
Por otro lado, la fuerte corriente de vientos que se da en este mes no sólo encumbra los volantines sino que también hace circular las partículas expelidas durante la floración, trasladándolas por varios kilómetros, aumentando el porcentaje de gente afectada. Es muy probable, además, que los casos no bajen durante el verano, pues ahí empieza a florecer la maleza y, con ella, sus pólenes.
¿Por qué alguien desarrolla alergia estacional?
Existen los alérgicos estacionales, aquellas personas que durante el período de primavera-verano sufren la inflamación de sus vías respiratorias a causa de la polinización; y también los alérgicos perennes, es decir, los que pelean todo el año con los malestares asociados a esta condición. “Y en esta época se complican aún más”, dice el jefe de la Unidad de Otorrinolaringología de la Clínica Indisa, Roberto Arias.
En ese malestar, que puede ser menor —como el enrojecimiento y picazón de los ojos—, o de gravedad —como problemas respiratorios que requieren hospitalización de urgencia—, contribuyen no solo la polinización sino que también otros factores, como la contaminación del ambiente. “Un gran porcentaje de las personas son alérgicas por el nivel de partículas en suspensión, sobre todo en Santiago, debido a la contaminación. Todo eso agrede la nariz, sus zonas húmedas”, explica Arias.
Raquel Aguilera, inmunóloga de la Red de Salud UC CHRISTUS, dice que esto es un mal endémico de la vida moderna, consecuencia de la industrialización. “Por un lado, la contaminación irrita las vías respiratorias y empeora los síntomas, y por otro hay una relación entre el aumento de CO2 y la mayor cantidad de polen que libera un árbol”, sostiene. También “se ha visto que cuando hay más contaminación el polen puede gatillar más síntomas en los pacientes”.
Pero, ¿qué hace que una persona sea proclive a generar una alergia?
“No se sabe a ciencia cierta”, dice Aguilera. “Se sabe que es multifactorial: hay un componente genético que predispone que una persona pueda desarrollar alergia. Por ejemplo, que los papás sean alérgicos aumenta la posibilidad de que los hijos también la sufran”, dice Aguilera.
Hay otros factores de riesgo, como la misma vida moderna de la urbe y su contaminación. Si bien esto es algo difícil de determinar, hay estudios que lo avalan: se han hecho estudios entre hermanos que crecen separados, uno en el campo, en medio de la naturaleza y los animales, y el otro en la ciudad, y en ellos el primero tiene menos posibilidades de desarrollar alergias que el segundo. “La higiene de la urbe nos hace estar menos expuestos a patógenos, pero hay algunos que nos protegen de responder con alergia a cosas que no nos debieran causar una”, asegura la inmunóloga.
En otras palabras, la alergia es una respuesta de hipersensibilidad frente a algo que es inocuo. “Normalmente, nuestro sistema inmune está preparado para responder contra virus, bacterias, parásitos y hongos, pero en algún momento se produce esta alteración que hace que nuestras defensas reconozcan partículas benignas como patógenas, y se inflama como si nos hicieran daño”, describe Aguilera.
En todo caso, quienes tengan predisposición a desarrollar alergias pueden generarlas tanto en Santiago como en una ciudad del norte, aunque esta no tenga los niveles de polinización que existen en la capital. “Las personas de Arica o Antofagasta son tan alérgicos como acá”, agrega la inmunóloga, “porque uno hace alergia a lo que está expuesto en su ambiente. En el norte no hay polen, pero sí hay mucho ácaro en polvo”.
Por eso, ya no da esa antigua recomendación médica de dejar la urbe y cambiarse a la playa. En un par de años, el alérgico que escapó del polen encontrará en la costa un nuevo enemigo.
Alergias y covid: atentos a las confusiones
La presencia del covid-19 ha puesto más tarea en los departamentos de otorrinología e inmunología. Esto porque en muchos casos, sus síntomas se confunden con los de la alergia estacional. “En el período más crítico de la pandemia, no mucha forma de distinguir a un paciente alérgico de uno con covid”, cuenta Roberto Arias.
El año pasado, eso sí, fue menos intenso en cuanto a respuestas alérgicas que lo que se proyecta para esta temporada. Uno, porque hubo menos concentración de polen, y segundo porque las personas se mantuvieron en confinamiento obligatorio durante mayor tiempo, y es la exposición al ambiente la que provoca la alergia. Lo que se observó es que no hubo correlación entre las alergias y el desarrollo de una enfermedad grave por covid-19.
Esto no significa que un alérgico contagiado de coronavirus no vaya a ver sus síntomas agudizados. Al contrario: “si las vías respiratorias ya están inflamadas por la alergia y no está con tratamiento, el covid puede empeorar sus síntomas, sobre todo en esta época”, advierte Aguilera. Pero si una persona tuvo covid-19 y quedó con algún tipo de secuela, como dificultades para respirar, éstas pueden empeorar con las alergias.
Distinguir los síntomas de la alergia y el covid-19 es, también, clave. “Si siempre fui alérgico y presento los mismos síntomas de siempre, me quedo tranquilo. Pero si empiezo con otros síntomas como la pérdida del olfato o el gusto, la recomendación es ir a consultar para que le tomen un PCR”, refuerza Roberto Arias.
Fuente / www.latercera.com
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