Cambios en la rutina diaria, dieta diferente con menor consumo de fibra, mala hidratación, alimentos en mal estado... Todos estos cambios propios de la época estival y las vacaciones pueden provocarnos problemas intestinales.
Que con la llegada del verano los problemas gastrointestinales aumentan es un hecho que se repite cada año. Diarreas por alimentos en mal estado, estreñimiento derivado de una mala hidratación y cambios en la rutina diaria... en definitiva, alteraciones que pueden estropearnos las vacaciones durante unos días o incluso hacer que acabemos en el servicio de urgencias de algún hospital. Como en todo, la prevención es fundamental y por ello les invito a seguir leyendo para que este verano su ritmo intestinal vaya como la seda.
EL ESTREÑIMIENTO
En verano, y sobre todo en vacaciones, nuestra rutina cambia y eso acaba dejando huella en nuestro intestino. Acciones tan típicas de estos días como organizar un viaje con la familia o preparar el equipaje pueden elevar fácilmente nuestro nivel de estrés, lo que acaba alterando los movimientos del intestino. Como consecuencia, en la mayor parte de los casos aparecerá estreñimiento, aunque también puede suceder todo lo contrario y acabar con un cuadro de diarrea.
Si a estos cambios sumamos una dieta diferente a la habitual, con un menor consumo de fibra y de agua, o una disminución de la actividad física, pasar a formar parte de ese 15% de españoles que sufren estreñimiento está garantizado.
En caso de que esto ocurra aumentaremos el consumo de frutas y verduras con alto contenido en agua y fibra, y dejaremos los enemas y laxantes como último recurso. Deberíamos acudir al centro de salud para pedir ayuda si se han cumplido ya cuatro días sin conseguir evacuar y, por supuesto, si antes del cuarto día aparece dolor abdominal o cualquier otro síntoma preocupante.
INTOXICACIONES ALIMENTARIAS
El aumento de las temperaturas y de la humedad propios del verano ayudan a que en los alimentos crezcan patógenos como bacterias y virus. Todos hemos oído hablar de la Salmonella pero, según los estudios, la menos conocida Campylobacter es todavía más frecuente que la primera.
Lo habitual es que las gastroenteritis por infección alimentaria, aunque muy molestas, no sean especialmente graves y se curen a los cuatro o cinco días con reposo y buena hidratación. Es esencial que los alimentos se manipulen y conserven siempre en buenas condiciones, pero en verano todavía más y sin romper la imprescindible cadena de frío, sobre todo en aquellos que deben conservarse refrigerados.
LA DIARREA DEL VIAJERO
Como su propio nombre indica, afecta a las personas que viajan a países donde el agua o los alimentos tienen un alto riesgo de no reunir las adecuadas condiciones higiénico-sanitarias. Se calcula que alrededor del 40% de los viajeros la experimentan durante o poco después de su viaje, siendo la causa más frecuente la contaminación por bacterias.
La mejor forma de prevenir su aparición es bebiendo únicamente agua embotellada, comiendo alimentos cocinados que aún estén calientes y escogiendo frutas que podamos pelar. Por otra parte, evitaremos el hielo en las bebidas, la comida o bebida de vendedores ambulantes, el agua del grifo o de fuentes y las verduras crudas.
LA INFLUENCIA DE LA HIDRATACIÓN
Con la llegada de las altas temperaturas los sanitarios siempre insistimos en la importancia de mantener una adecuada hidratación, y no solo para hacer frente al golpe de calor si no también al estreñimiento. Si nuestro cuerpo nota que le falta agua tratará de aprovechar al máximo la que le queda y, entre otras cosas, extraerá agua de la materia fecal. Como consecuencia de esto las heces se secan y se vuelven duras, haciendo más difícil su evacuación. Frutas, verduras, sopas frías... y por supuesto el agua serán nuestros mejores aliados.
EL CORTE DE DIGESTIÓN
Popularmente se le llama corte de digestión a que una persona se quede inconsciente dentro del agua tras entrar en ella de forma brusca después de comer, pero eso nada tiene que ver con la digestión, se trata realmente de un síncope provocado por un cambio muy brusco de temperatura. Es cierto que estar haciendo la digestión es un factor de riesgo, pero no existe una relación directa, así que el corte de digestión no es una alteración intestinal propia del verano.
La hidrocución, que así se llama este fenómeno en realidad, puede darse también, por ejemplo, al beber agua demasiado fría, independientemente de que tengamos o no el estómago lleno. Cuidado porque si al sufrir una hidrocución se pierde el conocimiento y sucede dentro del agua, existe riesgo de ahogamiento.
LAS DIGESTIONES PESADAS
En vacaciones tendemos a llevar una vida más desordenada en lo que se refiere a horarios y celebraciones, y eso puede tener repercusión en nuestro aparato digestivo. Ese bufet del hotel en el que queremos probar un poco de cada cosa, las fiestas de verano donde a menudo se come y se bebe más de la cuenta... todo ese exceso de fritos, de grasas y el alcohol pueden acabar provocando que tengamos digestiones pesadas y molestias estomacales.
Sin recurrir al empleo de fármacos, sustituir el postre por una pieza de fruta como la piña o la pera y acompañar la sobremesa de una infusión de manzanilla o menta-poleo pueden ayudarnos a aliviar esa digestión pesada.
Fuente / www.elmundo.es
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