Miles de investigadores trabajan para comprender por qué se produce esta patología, mientras que otros se enfocan en el desarrollo de exámenes que ayuden al diagnóstico antes de que aparezcan los síntomas.
Más de 55 millones de personas en todo el planeta viven con algún tipo de demencia, y se estima que la cifra casi se triplicará al año 2050, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una de ellas es la enfermedad de Alzheimer, que afecta a casi el 10% de las personas mayores de 65 años, lo que en Chile significa alrededor de 200 mil pacientes con esta condición neurodegenerativa que compromete la memoria, el pensamiento, el comportamiento y la capacidad para realizar las actividades cotidianas.
Aunque hoy se sabe que el alzhéimer empieza entre 20 o más años antes de que los síntomas se manifiesten, su prevención, diagnóstico y tratamiento siguen siendo un desafío para la medicina.
Por ello, miles de investigadores trabajan para comprender por qué se produce, mientras que otros se enfocan en el desarrollo de exámenes que ayuden al diagnóstico y mejoren las oportunidades de tratamiento.
‘Entre las principales innovaciones a nivel de diagnóstico, el uso de biomarcadores es lo más destacado’, comenta Patricio Fuentes, neurólogo de la U. de Chile. Se trata de identificar ciertas moléculas ‘en fluidos corporales como sangre y líquido cefalorraquídeo, aunque también ya se trabaja para hacerlo en lágrimas y orina, por ejemplo’.
Un estudio internacional, publicado en la revista Nature Medicine, ha identificado dos nuevos biomarcadores en sangre que captan mejor los primeros indicios del alzhéimer para diagnosticarlo precozmente: se trata de los marcadores sanguíneos p-tau 217 y el p-tau 231. Estos son capaces de indicar cambios cerebrales relacionados con la proteína amiloide —cuya acumulación anormal se asocia al desarrollo de alzhéimer— en personas que aún no manifiestan síntomas cognitivos.
En el país, Ricardo Maccioni, director científico del Centro Internacional de Biomedicina (ICC), desarrolló un examen (llamado Alz-tau) que, a través de una muestra de sangre, permite detectar alteraciones en la proteína tau, cuyos niveles se elevan en pacientes con alzhéimer. El test, disponible desde el año pasado, se puede solicitar en www.biomedicinaicc.cl.
Este ayuda a conocer alteraciones antes de que se desarrolle la enfermedad, y cuesta $180.000.
Por su parte, científicos del Instituto Broad del MIT y de la U. de Harvard (EE.UU.) crearon un método basado en ADN que identifica 28 proteínas relacionadas con el riesgo de alzhéimer. ‘Desarrollamos un predictor genético de la enfermedad asociado tanto al diagnóstico clínico como al deterioro cognitivo dependiente de la edad’, ha dicho Amit Khera, autor principal del trabajo, cuyas conclusiones, publicadas en la revista PLOS Genetics, podrían contribuir al desarrollo de nuevos fármacos y tratamientos.
‘Lograr un diagnóstico temprano permite instaurar un tratamiento que, aunque no logra curar la enfermedad, sí puede retrasar su sintomatología’, dice Fuentes.
En términos de tratamiento, dos son las líneas de investigación actuales: aquellos paliativos destinados a tratar los síntomas y los que buscan modificar el progreso de la enfermedad, como explica Ronald Petersen, neurólogo y director del Centro de Investigación para la Enfermedad de Alzheimer en la Clínica Mayo de EE.UU.
A su juicio, aunque no es posible prevenir la demencia, sí se puede reducir el riesgo de padecerla. ‘Encontrar una cura va a ser un proceso largo, y queda mucho por hacer. En cambio, sí podemos hacer prevención’, dice.
Factores de riesgo Si bien el envejecimiento, la depresión, el bajo nivel educativo y una historia clínica familiar con demencia son aspectos que hacen a una persona más vulnerable, existe más de una docena de factores de riesgo que son modificables. Entre ellos se incluye la presión arterial, el consumo de tabaco, la obesidad y la diabetes. Asimismo, otros factores asociados son el consumo excesivo de alcohol, la pérdida de la audición y la contaminación ambiental, así como una mala higiene del sueño, señala Petersen.
Una investigación publicada el mes pasado en el Journal of Alzheimer’s Disease establece que el sobrepeso y la obesidad se asocian significativa y negativamente con la enfermedad de Alzheimer, sobre todo en mujeres. En los hombres, en tanto, ‘parece que existe una relación fuerte y positiva entre el bajo peso y la demencia’, sugiere Louis Jacob, del Parc Sanitari Sant Joan de Déu (España), uno de los centros participantes.
Un aspecto que también busca mejorarse es aumentar la comprensión de la enfermedad a partir de datos genéticos más diversos de grupos escasamente representados hasta ahora en las investigaciones. Con ese objetivo, este año comenzó un estudio que incluye a más de 4.000 personas de origen hispano y 9.000 de ascendencia africana. ‘Solo siendo inclusivos en nuestro enfoque podremos desarrollar terapias farmacológicas dirigidas, que serían universalmente beneficiosas’, explica Margaret Pericak-Vance, de la U. de Miami, y quien supervisará el proyecto.
Recuadro
El efecto del covid en el deterioro cognitivo. El covid-19 puede provocar una serie de síntomas neurológicos, de moderados a graves, que pueden persistir, al menos, hasta seis meses después de la infección. Pérdida de memoria, confusión, mareos y dolores de cabeza son algunos de ellos.
Un estudio publicado en Nature Communications sugiere que hay distintos paralelismos entre los efectos del covid en el cerebro y patologías neurodegenerativas.
Mediante algoritmos informáticos, investigadores del Instituto de Ciencias Moleculares de la U. La Trobe (Australia) identificaron pequeños fragmentos de proteínas (o péptidos) en el SARS-CoV-2. Al estudiarlos en laboratorio, observaron que habían formado grupos, similares a las placas amiloides que se encuentran en el cerebro en las primeras etapas del alzhéimer y la demencia. ‘Planteamos la hipótesis de que los agregados de proteínas SARS-CoV-2 pueden desencadenar síntomas neurológicos’, dicen los autores.
Fuente / www.clinicasdechile.cl
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