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Los equipos de protección individual (EPI) representan una nueva forma de polución que no es fácil de tratar. En particular, porque las mascarillas están hechas de tres elementos: el "tejido", el broche de metal para fijar en la nariz y los elásticos. Esa es la primera dificultad, porque los diferentes materiales no pueden ser reciclados al mismo tiempo. Además, la parte protectora no es de tela, sino de polipropileno, un material plástico. En cuanto a los guantes, en el mejor de los casos están hechos de látex natural. En el peor, de plástico, y plantean los mismos problemas que las mascarillas en cuanto a la degradación.
Desde hace varios meses, asociaciones medioambientales han dado la alarma. En Europa, los primeros en notar signos de contaminación fueron los equipos de la Operación Mar LimpioEnlace externo, fundada por el buzo Laurent Lombard. Desde entonces, la cuenta de FacebookEnlace externo de la asociación muestra constantemente los reveses ecológicos de la crisis sanitaria.
A finales de febrero, Oceans AsiaEnlace externo publicó las primeras imágenes impactantes de playas llenas de desechos COVID no muy lejos de Hong Kong.
Y este fin de semana, los voluntarios que acudieron a limpiar el Lago Léman como parte del Día Mundial del Retiro de la Basura recogieron un montón de mascarillas protectoras.
Otras ONG como Earth.orgEnlace externo o GreenpeaceEnlace externo, también tratan de atraer la atención de las autoridades sobre los problemas que plantean los EPI.
Fuente: swissinfo.ch
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