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“La covid-19 no es sólo un fenómeno pulmonar: también puede afectar a nivel mental”, suelen decir los especialistas en salud. Prueba de ello es que algunos pacientes presentan no sólo problemas en su memoria, sino que también se manifiestan confundidos, desorientados, además de agitados y con otros trastornos cognitivos que pueden variar en su gravedad y consecuencias.
En el caso del padre de Fernanda, quien estuvo más de 100 días internado en un hospital capitalino por coronavirus. En su caso, los trastornos se manifestaron como alucinaciones, las que lo hacían estar seguro de que toda su familia había fallecido en un accidente de tránsito. Algo similar a lo que vivió el suegro de Arturo, quien aún permanece hospitalizado, ahora despierto luego de dos semanas de sedación completa. “Aún no vuelve del todo, no sabe muy bien lo que le pasó, dónde está. Pensaba que sus hijas habían muerto en un avión, y a veces dice que lo van a visitar personas que murieron hace rato”, cuenta el yerno.
Se trata del delirium —que no es igual al delirio—, un síndrome agudo pero reversible, que genera confusión, desorientación e incluso alucinaciones y cuadros psicóticos. Los pacientes que lo sufren “comienzan a confabular muchas cosas: como que se quedaron solos en el mundo o a pensar que los tienen secuestrados”, explica Álvaro Romero, neurólogo de la Clínica Indisa. “Muchos, cuando ya están en casa, se vuelven a sentir hospitalizados y reviven todos los procesos anteriores de la intubación, de las noches, o del tiempo que estuvieron en cuidados críticos”.
Víctor Navia, especialista en neurología de la Clínica Alemana, afirma que “el delirium se ve aproximadamente en un 25 a 33% de los pacientes hospitalizados y hasta en un 65% de los que se encuentran en UCI”. Cifra que es refrendada por estudios internacionales, como los publicados en la Jama Network y el The New England Journal of Medicine. Pero no sólo quienes permanecen internados son susceptibles a sufrir este tipo de trastornos: también quienes “pasan por urgencia y luego son derivados a sus casas”, como dice Romero. Aunque estos casos son ostensiblemente más bajos: llegan al 3 o 4%.
“Muchos pacientes que están en casa no necesariamente están confundidos o alucinando, pero dicen que se sienten más lentos en su proceso de pensamiento”. Esto, apunta el especialista de la Indisa, “es parte de la inflamación cerebral propia de la covid-19”, y que tiene su punto peak entre los días 17 y 45 de la enfermedad. Es en ese período en el que es más probable que se den síntomas a nivel cognitivo.
Por qué ocurre
Si bien no es un fenómeno exclusivo de la covid-19, pues se da en procesos de otras enfermedades de gravedad —como el cáncer— o de intervenciones quirúrgicas —como una cirugía de cadera, en el caso de los adultos mayores—, el delirium ha tomado mayor resonancia durante la pandemia, toda vez que los servicios de urgencia se encontraron ocupados principalmente por pacientes afectados por el virus.
De hecho, la Organización Panamericana de Salud asegura que el síndrome es habitual en este tipo de casos, tomando en cuenta los antecedentes que arrojó la expansión del síndrome agudo respiratorio severo (SARS) en Asia, durante el 2003.
“Hay casos en que están tan confundidos y desorientados que ni siquiera saben qué les pasó”, comenta Álvaro Romero. “Tampoco recuerdan que están hospitalizados, o que tuvieron o tienen covid. Muchos de los que pasan por cuidados críticos sienten que van a morir, aunque no hemos podido corroborar si es una sensación real. Pero en la medida en que más se pierden, que tienen menos consciencia de las cosas, la posibilidad de recuperación va a ser menor o más lenta”.
Hay múltiples factores que pueden llevar a un paciente a sufrir este síndrome, los que en el estudio de la medicina se dividen en predisponentes y precipitantes. Los primeros son los antecedentes que podrían favorecer el agravamiento de una enfermedad, además de la aparición de trastornos como el delirium: la edad, el estado intelectual previo a la hospitalización, el historial de alteraciones cognitivas y también funcionales —como discapacidad auditiva o visual—, si posee alguna comorbilidad o enfermedad basal, si ha sufrido algún accidente cerebrovascular o una depresión, si ha abusado de alcohol y/o drogas, etc.
Los precipitantes, por su lado, son los factores que se dan durante la internación y que, casi como un efecto secundario de los cuidados que recibe al hospitalizarse, podrían propiciar el delirium. “Pueden tener que ver con distintos aspectos, como los fármacos que se usan durante la hospitalización. En el caso de la covid-19, ocupamos corticoides en altas dosis y también, para mantener al paciente acoplado al ventilador mecánico, sedantes como opioides o benzodiazepina por muchos días. Estos generan un bloqueo cerebro-muscular, por lo que los pacientes quedan desconectados de su entorno”, explica Víctor Navia.
Fuente; LT https://www.latercera.com/practico/noticia/que-es-el-delirium-por-covid-19-y-como-la-familia-es-fundamental-para-curarlo/KG3UN4Z6AZHLTD355WN5NJOI3A/
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