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Un estudio liga el consumo de sacarina y sucralosa con cambios en la microbiota intestinal

Una investigación experimental señala que estos sustitutos del azúcar no son inocuos y alteran la composición microbiana del intestino. Las conclusiones del trabajo, no obstante, no son definitivas.

 


 

Ni la sacarina ni el aspartamo. No hay pruebas convincentes que demuestren que el consumo de los edulcorantes acalóricos reduce el sobrepeso y tampoco se pueden descartar posibles daños. Así lo sugiere la mayor revisión de estudios realizada hasta la fecha y publicada en la revista médica 'British Medical Journal'.


Tras analizar un total de 56 trabajos, los investigadores lo tienen claro. No hay evidencia suficiente que apoye el uso de los edulcorantes artificiales para restar kilos y así lo transmitirán a la Organización Mundial de la Salud (OMS). "El hecho de que no haya pruebas contundentes no deja margen a que se atribuyan propiedades adelgazantes. No cabe duda de que los edulcorantes no son una buena herramienta para perder peso", tal y como señala el dietista-nutricionista y divulgador científico Aitor Sánchez al comentar este artículo.


No sólo no resultan efectivos para dicho fin, sino que algunos estudios apuntan incluso al efecto contrario: "Pueden incrementar el apetito y también aumentar el peso como consecuencia", agrega el experto español. Así lo señalaba un análisis publicado en la revista 'Nature' en 2017. Según su relato, quienes trataban de ahorrar kilocalorías tomando edulcorantes, las compensaban después con otras comidas. En la misma línea, lo refutaba un meta-análisis posterior, que vinculaba el consumo de este sustituto del azúcar con riesgo de sobrepeso y obesidad.


El mecanismo que explica este efecto lo describía otro trabajo publicado en 'Cell Metabolism'. Al parecer, el centro de recompensas del cerebro alberga la sensación de dulzor en combinación con el contenido energético. De esta manera, si el dulce se reduce, la balanza se equilibra con un consumo incrementado de calorías. Además, apunta Sánchez, "los edulcorantes artificiales producen cambios en nuestra microbiota (las bacterias del intestino) y hace que crezcan las especies menos saludables y que digiramos peor los alimentos [...] Entre otros efectos, no regulan bien el apetito-saciedad y acostumbran al paladar a altos niveles de dulce".


Aunque siempre con la sombra de la sospecha a cuestas, lo cierto es que el consumo de bebidas y comidas con edulcorantes acalóricos cada vez es más elevado. "La creciente preocupación por la salud y la calidad de vida han alentado a muchas personas a adoptar nuevos estilos de vida y evitar los alimentos ricos en azúcares, haciendo más populares a los edulcorantes", argumenta uno de los autores de la revisión, Joerg Meerpohl.


Con la intención de conocer mejor los posibles beneficios y daños de esta opción, un grupo de científicos de la facultad de Medicina de la Universidad de Freiburg (Alemania), de la Universidad Paris Descartes y de la Universidad de Pècs (Hungría) ha revisado la literatura científica disponible hasta la fecha. Compararon los resultados entre la ingesta y la no ingesta, entre distintas cantidades de consumo, en adultos, en niños, tomando medidas de peso, del control de la glucemia, analizando la salud bucodental, el cáncer, enfermedades cardiovasculares, renales, estados anímicos y comportamiento.

En general, no parece haber diferencias significativas entre las personas que usan edulcorantes y las que no lo hacen, tampoco entre las diferentes dosis de este sustituto del azúcar. En algunos estudios analizados, comenta Meerpohl, "se observaron pequeñas mejoras en el índice de masa corporal y en los niveles de glucosa en sangre en ayunas con los edulcorantes acalóricos. Sin embargo, la calidad de estos trabajos era muy baja".


Haciendo un análisis global, "no se encontraron pruebas suficientes de ningún efecto de los edulcorantes en adultos con sobrepeso u obesos o en niños que intentan perder peso de forma activa", concluye el artículo. Dado que la calidad de muchos de los estudios analizados es limitada, "convendría realizar trabajos más a largo plazo para aclarar si estos edulcorantes son una alternativa segura y efectiva al azúcar".


Con esta misma idea, Vasanti Malik, del departamento de Nutrición de la escuela de salud pública de la Universidad de Harvard (EEUU), anima al desarrollo de nuevos estudios que ayuden a orientar futuras políticas relacionadas con los edulcorantes. "Las recomendaciones en este sentido deberían actualizarse periódicamente, a medida que vaya surgiendo más evidencia, para poder informar con los mejores datos sobre el azúcar y sus alternativas".

 
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